Hacia un turismo consciente

Por Fran Baeza Proyecto Comentarios desactivados en Hacia un turismo consciente

Mucha gente se pregunta cómo apostar, como usuarias, por un turismo consciente o un modelo de ecoturismo en Albacete. Y es raro no encontrar respuestas ante un entorno empresarial e institucional desertizado en este sentido. No son pocas las instituciones y las administraciones públicas que, fielmente cortejadas por el previsible e incansable apetito empresarial, están asistiendo y acompañando un proceso de blanqueamiento del turismo rural a través de la exaltación ciega y la presentación cosmética de la riqueza que éste es capaz de atraer. La manida consideración del beneficio económico que aporta a sus gestores y propietarios se comprende ya como “el” motor de desarrollo de vastas tierras social y ecológicamente vulnerables, complejas y diversas, desatendiéndose tanto las problemáticas derivadas del enriquecimiento desorientado de esta actividad como el resto variables que, frecuentemente, traen consigo las relaciones vacacionales ciudad-pueblo.

Es claro que abordamos un tema complejo, pero hay veces que las grandes problemáticas encuentran su desarrollo en simples binomios de opciones contrapuestas. ¿Queremos pueblos vivos que mantengan su identidad, su esencia y su capacidad para albergar relaciones y enseñanzas sencillas de la experiencia humana? ¿O queremos resorts rurales para “el descanso del guerrero” urbano, caros e invivibles escenarios de cartón-piedra que, ante la subida de precios de alquiler y consumo, aboquen a sus habitantes a huir o a desvirtuar sus actividades?

Quizá una buena manera de empezar a elegir uno u otro camino sea preguntarse dónde va nuestro dinero cuando pagamos por un alojamiento o por un menú en un restaurante de una zona rural. Para que estos establecimientos puedan empezar a considerarse “motores” de algo, es importante que sus responsables y propietarios/as apuesten por reinvertir los rendimientos de su trabajo en las mismas zonas en las que tiene lugar el intercambio. Que vivan allí, para entendernos. Y digo esto porque no es raro encontrar empresarios/as ubicados en capitales y núcleos urbanos que “extraen” rendimiento privado de parajes naturales sin siquiera pisar por ellos, esto es, sin que el grueso de su actividad repercuta en la vida de pequeños/as comerciantes y empresarios/as locales que prestan servicios básicos a los habitantes del pueblo y que, en definitiva, son fundamentales para mantener la vida en él.

También es relevante valorar el modelo que un ayuntamiento o una empresa defiende de cara a la gestión ecológica, social y cultural del impacto del turismo. ¿Qué hace un/a determinado/a alcalde por sus mayores y pensionistas, custodios y garantes de los espacios naturales del pueblo, de su cultura e idiosincrasia? ¿Qué, un alojamiento rural, por mitigar el impacto de “sus” visitantes en un entorno ecológico y social sensible e interconectado? Estoy convencido de que la persona que lea estas líneas bien entenderá la necesidad y la urgencia de reflexionar sobre el efecto de nuestras decisiones como usuarios/as de turismo rural. También sé que, tomando esto en cuenta, el respeto y la fascinación por estos parajes le llevará a aunar su merecido disfrute con la preservación social, ecológica y cultural que demandan nuestros pueblos.

Para conocer cómo tratamos de hacer del turismo un motor de desarrollo en la zona, puedes consultar aquí nuestros principios y nuestras formas de hacer 🙂

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